Por la gracia que Dios nos da de arrepentirnos y tener fe en el Salvador y Señor, nacemos a una vida nueva como hijos de Dios. Solo aquellos que reciben a Jesús, no los que apenas saben de Él, sino los que confían en Él para salvación y se someten a Él como su Señor y lo aman como el mas grande tesoro son hechos hijos de Dios.
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