El amor tiene que ser sin hipocresía, real, sincero, amando de verdad. Cuando nos olvidamos de cuánto Dios nos perdonó, nos rescató, nos redimió; cuán grande es el amor con que nos amó y salvó nuestras vidas, entonces nos volvemos críticos y la motivación para funcionar en la familia de Dios no es la correcta de modo que todo lo que se hace es para ser visto y aprobado por los hombres perdiendo el verdadero significado de ser hijos de Dios.
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